Cuentos de Hadas

La Reina de las Nieves (7ma parte)

Durante nuestro anterior episodio, vimos a Gerda escapar hacia Laponia, ayudada por la hija de los bandidos y su reno. Montada a lomos del animal, la pequeña atravesó kilómetros cada vez más fríos hasta internarse en el norte, todo cubierto de nieve y de hielo. En el cielo, luces verdes y violetas destellaban iluminando el manto nocturno y el animal las saludaba como si fueran viejas amigas.

¡Estaba tan feliz de volver a su casa!

Al entrar en Laponia, se detuvieron frente a la humilde casa de una mujer que era muy sabia. Ella les permitió comer y descansar, antes de que la pequeña Gerda le contara su historia.

—Pobres amigos míos —dijo la mujer lapona—, aun tienen un largo viaje por delante. La Reina de las Nieves tiene su palacio en Finlandia, donde las luces nocturnas salen cada noche. Voy a darles un mensaje para que se lo entreguen a una buena amiga que tengo allí, ella los ayudará.

Y así, sacó un pedazo seco de bacalao para escribir sobre él, pues no tenía papel en casa. Luego de que hubieran recobrado las fuerzas, Gerda y el reno se despidieron y partieron rumbo a Finlandia.

Allí, se detuvieron frente a una enorme chimenea, que era donde vivía la amiga de la lapona. Como hacía tanto calor adentro, la finesa tuvo que desvestir a Gerda y colocar un trozo de hielo encima de la cabeza del reno, para que pudieran refrescarse.

Después leyó el mensaje que su amiga le había mandado, lo memorizó muy bien y puso a coser la piel de bacalao, pues ella nunca desperdiciaba la comida.

—He escuchado que eres muy habilidosa —le dijo el reno—, ¿no podrías preparar una poción que le de a esta niña la fuerza de diez hombres, como para que pueda derrotar a la Reina de las Nieves?

—Más poder del que ya tiene no puedo darle —dijo la finesa—, ¿no ves qué tan lejos ha llegado por sí sola? Animales y personas la ayudan por igual. Su mayor fortaleza es la inocencia y la pureza de su corazón.

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Pero como el reno le suplicara otra vez con los ojos, ella decidió hacer lo posible por ayudar.

—Tu amigo Kai se encuentra en el palacio de la Reina de las Nieves, con un fragmento de cristal clavado en el ojo y otro en el corazón. Si no son extirpados de allí, no podrá recordar a sus seres queridos y ella conservará su dominio sobre él.

Tras decir esto, la finesa volvió a montar a Gerda sobre el reno y le dijo a este:

—Ahora corre y no te detengas. Deja a esta niña junto a un arbusto de bayas rojas y vuelve sin mirar atrás. A partir de allí empiezan los jardines de la Reina de las Nieves.

El reno salió corriendo a toda prisa y muy tarde, Gerda se percató de que no llevaba sus botas y manoplas para el frío.

Si quieres saber como sigue este cuento para niños, no te pierdas nuestro último capítulo.

CONTINUARÁ…

La Reina de las Nieves (7ma parte) 1

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