Una vez, en un pueblo lejano se celebraba una fiesta en la que se adoraba a una imagen, era su aniversario y el pueblo se organizaba para realizar un peregrinaje hacia un templo que era el lugar donde debía guardarse.
Esta imagen tenía que ser cargada y transportada por un asno, en el camino por donde la llevaron toda la gente se postraba ante él para adorarle, el asno al ver esta actitud en la gente creía que se rendían ante el y empezó a llenarse de orgullo. Con ojos altivos y con ciertas poses, el asno se planto y no quiso moverse para nada.
Viendo esta actitud, el amo muy sorprendido y levantando la voz dijo enojado:
-Hey, ¡qué te pasa! ¿acaso piensas quedarte allí parado y sin moverte? pues vas a moverte si o sí. Por si acaso, no te equivoques ah, aún no llega el día en que la gente adore a los asnos, así que no te confundas y despierta. En ese momento saco su látigo y enseguida lo azoto por el lomo, haciendo así que el asno se mueva tan rápido como pudo, como si despertara a la realidad.
Es mejor no tomar como propios los méritos ajenos.
¡Sé el primero en comentar!