Cuentos Infantiles con Moraleja

Verdadera riqueza

Este era un hombre muy rico que gracias a su esfuerzo, había conseguido amasar una gran fortuna y había sido bendecido además, con una hermosa familia. Un día, fue a visitar a Sengai, un maestro muy sabio en el que todos confiaban cuando necesitaban un consejo. El sujeto le pidió de favor que le escribiera algo para que su familia fuera siempre próspera y así poder mantener su riqueza, pasándola de generación en generación.

Sengai tomó entonces un papel de arroz y mojó un pincel en su tintero. A continuación escribió una frase que desconcertó por completo a su visitante:

El padre muere, el hijo muere, el nieto muere.

—Pero Sengai, ¿qué clase de broma es esta? —replicó el hombre, muy ofendido— Yo te pedí algo para garantizar nuestra prosperidad y que mi familia fuese feliz. Lo que acabas de escribir es muy triste.

Sengai, lejos de alterarse, le respondió con serenidad.

—Te aseguro que no es mi intención hacerte ninguna broma. Lo que he escrito es verdad y es algo en lo que tienes que reflexionar —le explicó—, si antes de que tu muerte, tu hijo muriera, esto te provocaría una gran desesperación. Y si el día de mañana fuera tu nieto el que se encontrara con la muerte, sin duda alguna, tanto tú como tu hijo quedarían realmente heridos.

—Pues claro que así sería —dijo el hombre, sin poder evitar la angustia que sus palabras le provocaban—, aun no entiendo adonde quieres llegar con todo esto, Sengai.

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—Le das demasiada importancia a las riquezas que has acumulado, sin darte cuenta de que ya cuentas con algo mejor. Aun si perdieras todo lo que tienes, tendrías a tu familia a tu lado para empezar de nuevo. Por eso escribí esa frase, si tus seres queridos y tú mueren en el orden natural, significará que la vida ha seguido su curso. A esto es a lo que yo llamo verdadera riqueza.

Comprendiendo lo que Sengai quería decir, el hombre dejó su molestia a un lado y se quedó maravillado.

—No te preocupes por la fortuna, deja que tu familia siga haciendo lo que ama y las riquezas seguirán viniendo solas —le aconsejó el maestro, entregándole el papel de arroz—, y recuerda: la abundancia de verdad no siempre se mide por el oro o las cosas de valor.

El hombre le dio las gracias y regresó a su casa, sintiéndose sumamente ligero. Una vez allí, su esposa e hijo lo recibieron con gran alegría y él les explicó lo que había aprendido de Sengai. A partir de entonces se sintieron más unidos y nunca les faltó nada.

Moraleja: A veces damos por sentadas a las personas que nos rodean y le concedemos más importancia al dinero y a las cosas materiales. Pero pienso en lo que ocurriría si el día de mañana, alguno de tus seres queridos te hiciera falta. La riqueza es algo que va y viene, pero el amor de nuestra familia es algo que debemos cultivar todos los días.

Verdadera riqueza 1

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