Hace mucho tiempo un hombre tuvo 3 hijos y su única posesión era su única casa, una casa que había heredado de sus padres y que tenían de sus antepasados. El padre sabía que sus hijos deseaban como herencia la casa una vez que el muriera, como el los amaba por igual, se le ocurrió algo después de tanto pensar y les dijo a sus hijos:
-Deseo que viajen por el mundo y aprendan cada uno un oficio, cuando regresen quien se desempeñe mejor en lo que aprendió se quedara con la casa.
Los hijos quedaron contentos y acordaron la fecha de regreso a casa mientras iban decidiendo que estudiar. Uno de ellos decidió que sería un herrero, el otro un gran barbero y el último sería un maestro de cercados.
Los hermanos estudiaron con los mejores maestros, el herrero, fabricaba las herraduras para los caballos del rey, se sentía tan orgulloso al terminar su trabajo, que pensaba que ya tenía asegurada su casa. Pero el barbero, que solo trabajaba con gente muy importante sentía la misma seguridad que su hermano, deseaba tener su casa propia. El tercero, haciendo su trabajo se golpeaba mucho, pero el lo soportaba todo en silencio porque pensaba que si el temor al dolor lo ganaba entonces perdería la oportunidad de ganarse la casa.
Llego el día del reencuentro en casa de su padre, cada uno de los hijos, en su momento demostraron sus habilidades, al final de las pruebas el padre con gran entusiasmo decidió darle la casa al maestro de cercados. Los hermanos como se amaban mucho a pesar de que perdieron su oportunidad se quedaron a vivir juntos en la misma casa y se desempeñaron cada uno en su oficio, se hicieron famosos por su gran trabajo y ganaron mucho éxito.
A la muerte de uno de ellos, por la gran pena los otros dos enfermaron también, siendo enterrados con el tiempo los tres en el mismo lugar.
«Reconocer las virtudes ajenas, es la mejor muestra de tu grandeza y nobleza de espíritu.»
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