Un Milano que tenía mucha hambre, divisó a lo lejos a una pequeña culebra y pensó: «Esa culebra debe estar bien jugosa. Por qué no …..?» y antes de que terminara de pensar….. ¡zas! cogió a la pobre culebra con sus garras.
La culebra que apenas se dio cuenta que alguien se la había llevado, miró hacia arriba y vio al ave sonreír porque pronto se la comería.
Entonces la culebra le mordió y ambas empezaron a caer. El milano no pudo sobrevivir, mientras que la culebra por suerte sí.
Nunca hay que subestimar a los demás por más pequeños que sean.
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