Un mercader vio que era necesario ir al pueblo a comprar sal, así que alisto y llevo a su asno. De regreso era preciso cruzar un río, lamentablemente el asno piso un hueco y se volteo con toda la mercadería. Al ver esto, tuvieron que regresar nuevamente a comprar mas sal, pero esta vez el mercader compró mayor cantidad.
Regresando, cruzando el río, el asno estaba cansado y se acordó que su papá le había enseñado un truco, le había dicho que si sentía mucho peso al llevar la carga, debía caer a propósito fingiendo torcerse la pata para que así sintiera alivio en su lomo. Pensando en eso vuelve a caer sabiendo que de esa manera se libraría de tanto peso, ya que era muy flojo para el trabajo, pero su amo empezó a sospechar de tal actitud y decide regresar otra vez a hacer las compras. Solo que esta vez fue mas astuto, porque en lugar de comprar mas sal, pensó en comprar muchas esponjas.
De regreso, antes de cruzar el río, el asno quiso hacer lo mismo creyendo que esta vez sería muy gracioso repetir la experiencia, pero no contó que su amo para darle una lección ya tenía un plan, él sabía que las esponjas al absorber el agua, duplicarían su volumen haciendo muy pesada la carga, así que compro el doble de esponjas sabiendo que el asno caería nuevamente, y así fue. A la hora de cruzar el río, en efecto, el asno cayó a propósito al río sin imaginarse que el agua aumentarían el peso de su carga, y esta vez el asno tuvo que trabajar el doble recibiendo así de su propia medicina.
El flojo muchas veces termina trabajando el doble, por su mala voluntad y necedad, perjudicándose a sí mismo.
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