Cuentos Clásicos para Niños

La Caperucita Roja

Autor Original: Los Hermanos Grimm (pero se han hecho algunas adaptaciones)

Había una vez una niña muy bonita que vivía con su mamá. A la niña se le llamaba Caperucita Roja porque le gustaba utilizar mucho una caperuza (capa) roja que le había regalado su abuelita.

La niña quería mucho a su abuela porque siempre le contaba https://maestrosypadres.com/ de miscuentitos.com y además le ayudaba a hacer sus tareas del colegio.

Un día, su abuelita estaba enferma y su mamá le dijo a Caperucita que se aliste para ir a llevarle un pastel a su abuela, la cual vivía en una casa del bosque.

Caperucita estaba feliz y rápidamente se puso su capa roja para que su abuelita la vea y se ponga contenta. Su mamá tomó la canasta y le dijo que no debía apartarse del camino en ningún momento ni tampoco debía hablar con extraños. Está bien mamá, no te preocupes —dijo Caperucita.

Entonces la Caperucita iba saltando y cantando hacia el bosque jugando con las mariposas y arrancando algunas florecitas para llevarle a su abuelita. De pronto vio a un lobito que aparentemente era bueno.

—¿A dónde vas tan contenta?

—A la casa de mi abuelita —dijo Caperucita, olvidando que su mamá le había enseñado que no debía conversar con extraños.

—Y la casa de tu abuelita, ¿por dónde queda?

—Por allí —dijo Caperucita inocentemente señalando con su mano la dirección.

— ¡Oh! pero por allí es muy largo el camino. Yo te recomiendo que mejor vayas por este otro camino que es mucho más corto para que puedas llegar mucho más rápido. Además por ese camino encontrarás flores muy bonitas que nunca habías visto y así tu abuelita se pondrá más alegre —dijo el mentiroso lobo feroz con una sonrisa benévola para engañar a Caperucita—. En realidad el lobo le había sugerido a la niña que vaya por el camino más largo y él tomó el camino más corto para llegar antes a la casa de la abuela.

— ¡Gracias señor lobo! Es usted muy amable.  —dijo Caperucita y se fue saltando y cantando.

El lobo feroz aprovechó para tomar el camino más corto y llegó a la casa de la abuela de Caperucita.

—Hola abuelita. Soy tu nieta. Te traje un rico pastel para que te mejores. También te traje lindas flores para adornar tu habitación. ¿Me puedes abrir la puerta por favor? —dijo el lobo malo.

—Hola Caperucita; estoy en mi cama. La puerta está sin seguro, adelante. —dijo la ancianita.

El lobo abrió despacio la puerta y entró en la habitación. La ancianita gritó fuertemente pero nada puedo hacer ante la fuerza del lobo, quien se la tragó de un solo bocado. Pero el lobo también se quería comer a la Caperucita. Así que buscó en el armario de la abuelita y se puso su ropa, un gorrito para dormir y sus lentes.

Cuando llegó Caperucita, tocó la puerta y el lobo le dijo— Pasa hijita, que la puerta está abierta.

Caperucita entró a la habitación y le dijo— Hola abuelita, mi mami te manda un delicioso pastel para que lo disfrutes mientras te sanas. También te traje muchas flores bonitas que sé que te van a gustar. Te iba a traer unas flores que nunca habías visto pero no las llegué a encontrar.

—Pero abuelita, te veo un poco distinta, ¿te has hecho algo en el rostro?

—Esteeee … no hijita, te parece… ¡Ah, ya sé! Es que no me puse maquillaje. Eso debe ser. —dijo el lobo un poco nervioso porque no quería que lo descubra.

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—¿Y tu voz?, ¿Qué le pasó? La noto un poco ronca.

—Es porque estoy un poquito enferma, hijita. No te preocupes por eso.

—Aun así, ¡qué ojos tan grandes tienes abuelita!

—Son para verte mejor hijita.

—¡Y qué nariz tan grande tienes abuelita!

—Sí, es para olerte mejor Caperucita —dijo el lobo, atraído por el exquisito olor de Caperucita.

—¡Y qué boca tan grande tienes!

—el lobo ya no se pudo controlar y dijo— ¡Es para comerte mejorrrr!

El lobo saltó sobre Caperucita y ella se puso a correr en la habitación. Hasta que intentó abrir la ventana para escapar por ahí, pero el lobo justo en ese momento se la tragó. El lobo, satisfecho porque había logrado su cometido, estaba feliz porque hace tiempo que no comía tan rico. Se iba a ir al bosque de nuevo, pero quiso darse una siesta en la cama de la abuela. Uno de los defectos del lobo, era que roncaba mientras dormía y más aún luego de comer.

Entonces, justo por ahí pasaba el leñador que era un conocido amigo de Caperucita y su Abuelita. Escuchó unos ronquidos fuertes que venían de la casa y entonces pensó— Qué extraño, no sabía que la abuelita roncara tan feo. Creo que daré un vistazo para ver que todo esté en orden en la casa.

Se asomó el leñador y grande fue su sorpresa cuando vio al lobo en la cama, durmiendo con la panza llena de tanta comida. Pero le llamó la atención que su barriga se movía mucho. Entonces el leñador dijo— ¡Oh no! ¡Santo cielo! Parece que el lobo se ha comido a la abuelita. ¡Es mi deber salvarla!

Entonces, el leñador entró despacio a la casa y tomó hilo y aguja. Él siempre iba con un cuchillo guardado para defenderse en caso de que se le presentase un animal salvaje en el bosque. Entonces le abrió la panza al lobo y salvó a la abuelita.  Entonces se dio cuenta de que había una caperuza de color rojo moviéndose y salvó también a Caperucita. Aunque el lobo feroz no era bueno, el cazador no quería quitarle la vida, así que le iba a coser la barriga pero quiso darle una lección y antes de cerrarle la panza, le colocó muchas piedras.

Cuando el lobo despertó, se sintió muy pesado. Tanto así que no podía levantarse de la cama. El lobo desesperado, salió y corrió pero al pasar por un arroyo ya no pudo más y se hundió. Nunca más pudo salir de ahí. Caperucita Roja se dio cuenta de que la causa de todo lo que había ocurrido, fue que ella se detuvo a hablar con un extraño, a pesar de que a ella ya le habían indicado que no lo hiciera. Desde ese momento tomó más en serio lo que su mamá le decía.

Después de unos meses, la abuelita se volvió a enfermar y Caperucita fue enviada de nuevo con un pastel. Cuando iba por el camino se le presentó otro lobo que le preguntó a donde iba. Esta vez Caperucita no se puso a conversar con el extraño sino que no hizo caso y siguió su camino. Pero luego de diez segundos Caperucita volteó la mirada y vio que el lobo la seguía mirando desde lejos. Diez segundos después volvió la mirada hacia atrás y esta vez no lo vio al lobo. Entonces Caperucita siguió caminando hasta que llegó a la casa de su abuelita. Caperucita le contó a su abuelita que se había encontrado con otro lobo feroz pero que no le hizo caso. Su abuelita dijo que de todas formas iba a cerrar la puerta con llave porque de repente el lobo siguió a Caperucita hasta la casa. Dicho y hecho.

Hola abuelita, he venido a visitarte —se escuchó decir desde afuera de la casa, una voz un poco ronca pero que simulaba ser la de Caperucita.

¡Oh no, es el lobo feroz! —dijeron la Caperucita y su abuelita al mismo tiempo.

cuento de la caperucita roja de los hermanos grimm

Entonces la abuelita le dijo a Caperucita que guardara silencio y que no les iba a pasar nada mientras no abrieran la puerta. La abuelita dijo que haría la cena, así que se puso a preparar una rica sopa de pollo. Pero el lobo se dio cuenta de que estaban ahí y se subió al techo para ver si podía entrar por la chimenea. Entonces empezó a oler el rico aroma de la sopa de pollo que preparaba la abuelita y se acercó a la chimenea tanto, pero tanto, que se cayó hasta donde estaba la sopa hirviendo. El lobo salió disparado por la chimenea, gritando de dolor. Se fue corriendo y nunca más un lobo se le apareció a la Caperucita. Algunos dicen que el segundo lobo les contó a todos sus amigos lo que le ocurrió y que por eso ya no se le acercaba ninguno a la niña.

Este Cuento es de los Hermanos Grimm pero adaptado con un lenguaje sencillo y divertido, por Paty Cuentacuentos.

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