Un asno que paseaba libremente como todos los días por un hermoso prado, de pronto pudo advertir a tiempo la presencia de un lobo en el mismo lugar. Con gran astucia decidió el asno aparentar una cojera, ya que el lobo estaba muy cerca de el. Al advertir esta actitud, el lobo acercándose sigilosamente para no espantar al asno le pregunto:

-¿No te asustes, pero puedes decirme porque estas cojeando?, me gustaría saber si puedo ayudarte. Y el asno que ya sabía que detrás de esa aparente amabilidad el lobo escondía sus verdaderas y malas intenciones, respondió así:

-Es que caminando por allí puse mi pie donde no debía y me lastime con una espina muy grande. Por eso creo que si vas a comerme, sera mejor que antes me ayudes a quitármela si es que no quieres lastimar tu garganta, ¿me ayudas?, le dijo el asno. Bueno pues no me queda más remedio, tengo que hacerlo por mi propio bienestar, respondió el lobo.

Pero cuando el lobo se dispuso a a sacar la supuesta espina, el asno levanto sus patas y aprovecho la oportunidad, con sus talones le golpeo con todas sus fuerzas en el hocico al lobo, huyendo así tan pronto como pudo y muy lejos.

El lobo sorprendido, muy adolorido y seriamente lastimado, se recupero, pensó y dijo a si mismo:

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-Bien, claro que lo tengo merecido, pero quien me mando a meterme en el arte de la curación y todavía a mis presas, cuando mi padre lo único que me enseñó y aprendí muy bien es a ser un gran carnicero?

asno y el lobo ingenuo

 

Nunca debemos realizar actividades sin la preparación adecuada.

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